
Oxenfree y su trama me gustaron tanto en su momento cuando los jugué que llevo mucho tiempo queriendo probar el siguiente juego de sus mismos creadores: Afterparty.
Aunque sabía que no era para nada igual en su trama, la dinámica de tomar decisiones y que estas influyan en el juego me encantan. Por esa razón, tampoco entiendo cómo he tardado al final tanto en darle una oportunidad a un juego como este.
Aun así, todo sea dicho, la sombra de Oxenfree hace mella en Afterparty. No es que estemos ante un mal juego, para nada, simplemente no está al nivel del juegazo que es Oxenfree.
¿Por qué pienso esto? Precisamente de eso es de lo que voy a hablar hoy.
Mi opinión sobre Afterparty
Afterparty nos cuenta la historia de Milo y Lola, dos jóvenes amigos que acaban en el infierno sin saber muy bien qué pasa. ¿Por qué han muerto? ¿Tan malos son que han ido directamente al infierno?
Seguros de que se trata de un error, los dos amigos harán todo lo posible por salir de ahí. Y así es como descubrirán que solo hay una forma de salir: vencer a Satán en un juego de beber.
Y es que el infierno es ahora un lugar de fiestas y desenfreno de lo más caótico, donde cada bebida actúa de una forma distinta en ti y donde demonios y humanos conviven fuera de su horario laboral – porque claro, en horario laboral los demonios torturan a los humanos -.
De esta forma Afterparty desarrolla una historia divertida cargada de humor, con frases lapidarias cargadas de un humor irónico e inteligente. Y es que no debemos olvidar que el infierno incluso tiene su propia red social, y que lo mucho que importes en ella también te influye a la hora de convertirte en élite o no dentro del infierno.
De esta forma acompañaremos a Milo y Lola en una aventura donde las decisiones que tomemos influyen en la historia. Y aquí es donde viene mi principal desilusión con Afterparty: a pesar de saber que sí influyen mis decisiones – si elegimos hacer ciertas misiones, nos quedaremos sin hacer otras, por ejemplo -, tampoco siento que sean tan importantes para el avance del juego.
Es como si las diversas ramificaciones al final llevasen al mismo punto, haciendo que el juego de la sensación de que no deja tanto libre albedrío como podríamos pensar. Quizás con una segunda jugada cambio de opinión, si así veo las otras historias, pero por lo que veo tampoco influye notablemente en el final.
Esto, en comparación con Oxenfree, es un paso atrás. Entiendo que tampoco pueden ser dos historias con exactamente la misma dinámica, pero he echado de menos que se pareciesen un poquito más en estos puntos.
Eso sin obviar que también hay ciertos momentos que pueden hacerse un tanto pesados, como pueden ser las conversaciones constantes con Sam, la taxista, mientras vamos de un punto a otro del mapa.
Aun así, Afterparty no está mal. Es un buen juego para pasar el rato, con un humor muy inteligente y un estilo muy bien llevado, así como una historia que hace que disfrutemos mucho de intentar vencer a Satán en a ver quién bebe más.