
2018 ha sido un año de grandes lanzamientos, en cuanto a videojuegos se trata. Hemos visto por parte de grandes distribuidoras títulos que han estado en boca de todos los portales especializados, incluso siendo abanderados como obras magistrales para años a devenir.
God Of War (Santa Monica Studio), coronado juego del año en los últimos Game Awards, es sin duda uno de los títulos que han marcado un punto de inflexión en esta generación por su maestría mecánica, visual, tecnológica y narrativa. Una epopeya de más de 40 horas en el que vemos el personaje viril por excelencia, Kratos, desde un nuevo punto de vista.
Red Dead Redemption 2 (Rockstar Games) Es otro título que ha causado revuelo en la comunidad gaming gracias a su historia madura y un salvaje oeste de tamaño descomunal que no sólo consigue sentirse vasto, sino también vivo un mundo abierto que puede abarcar desde 60 a 150 horas.
Marvel’s Spider-Man, Super Smash Bros. Ultimate, Dragon Ball Fighterz, The Red Strings Club, Return of The Obra Dinn, Donut County, Octopath Traveler, Gris, y otros fantásticos juegos de años anteriores que uno no había podido jugar se añaden a una lista de juegos que sólo alguien con mucho tiempo libre, o que trabaje de ello, puede haber visitado.
Dentro de lo que cabe, me gusta pensar en mí mismo como alguien que conoce el medio y está al loro con las novedades y noticias. Y no poder estar al día con los títulos más hablados de este año, sinceramente, me hace sentir como una mierda. Se supone que si me gustan tendría que hacer tiempo para ello, esté muy ocupado o no. Y dios sabe que lo estoy.
Este síndrome del gamer impostor ha sido algo con lo que he lidiado bastante tiempo, desde que hacía videos en youtube jugando con mis amigos hasta que estuve trabajando en un pequeño portal de videojuegos. Aunque con el paso del tiempo la madurez ha conseguido un efecto rebote que no me esperaba. Me llevó a mandar todo a la mierda y jugar lo que me diera realmente la gana.
Por qué Animal Crossing: Wild World es el juego del año
Por tanto, mi juego del año es Animal Crossing: Wild World (Nintendo, 2005) para Nintendo DS. Es un juego que en su día no podía separar de mis manos, y al que he podido volver sin ningún problema. Desempolvar mi DS, borrar mi anterior partida guardada, y volver a comenzar en un pequeño pueblo de tres habitantes llamado Orilla ha sido una experiencia terapéutica en muchos niveles.
Animal Crossing es un juego casi infinito, pero por ese mismo motivo pide que todo vaya al ritmo que tu desees. Existen rutinas diarias, claro, pero nada en el juego te penaliza por no cumplirlas, ni se molesta en enseñarte los premios que conseguirás si lo haces.
No siento ninguna presión cuando juego Animal Crossing. Mi casa puede estar decorada con el peor gusto, las flores de mi jardín puede estar secas y los vecinos pueden marcharse del pueblo y nada en el juego hace que me sienta mal por ello. Poco a poco voy pagando mi hipoteca con los peces que ya he donado al museo, voy comprando algún mueble que me haga gracia y algún accesorio divertido para mi personaje. Intento hacer recados y rebusco entre la basura para algún objeto.
No hay ni una sola preocupación ni ningún objetivo que no sea uno que yo me plantee. Es el juego ideal para alguien que no tiene tiempo para que jugar videojuegos sea un trabajo más. Porque he visto que los millennials tenemos una insana manía de convertir nuestros hobbies en trabajos. Mi pueblo de Animal Crossing es un escape sin pretensiones ni objetivos, que dura lo que yo quiero y puedo jugar cuando y donde me apetezca.
Porque conseguir una Nintendo DS y una copia del juego, si no la tienes ya en alguna caja dentro del trastero, como fue en mi caso, es una de las cosas más baratas dentro del mundo de los videojuegos que puedas hacer. No costará encontrar una consola y una copia del juego, y os aseguro que valdrá completamente la pena.
Siento que la mayoría de juegos de grandes compañías pretenden que el jugador dedique todo su tiempo en completar todo lo que el titulo tiene que ofrecer, incluso presentando de antemano una lista con todos los objetivos que este tendrá que conseguir para poder decir que ha disfrutado del juego en su integridad. Y aunque no sea obligatorio, si gastas 80 euros en un juego sienta muy mal no “aprovecharlo”. Está claro que esto en juegos más pequeños no ocurre, pero siento que si la industria marca un ritmo, hará falta mucho tiempo para que estas tendencias se regulen, sin entrar en más detalles al respecto.
Creo que 2018 ha sido un año en el que no he podido ni gastar mucho dinero en videojuegos, ni pasar demasiado tiempo en casa jugándolos, ni obsesionarme con objetivos ni un checklist de cosas que hacer para completarlos. Aunque haya jugado dos o tres juegos más, siento que nada ha conseguido generar una satisfacción similar a la de poder encender mi DS en el pequeño tiempo libre que tenía y simplemente dar una vuelta por el pueblo para recoger fruta.
Siento que Animal Crossing tiene la sabiduría de ofrecer el mismo contenido o más que muchos de los grandes juegos de hoy en día, sin la necesidad de restregarselo en la cara al jugador. Y eso es relajante. El juego consigue ser un escape del trabajo, de la rutina e incluso de los videojuegos más impresionantes gracias a no exigir nada para que sea disfrutado.
¿Cuál fue vuestro juego del 2018? ¿Cuál creéis que será el de 2019? Sabéis que podéis encontrarme en @salvadorflowers en Instagram para contarme todo lo que queráis, y quizás pronto en Twitch en FloresIsDead, donde podréis verme jugar videojuegos como no he tenido oportunidad este año pasado.