
¿Por qué? ¿Quién de verdad dió su visto bueno a algo así? Eso es lo que me pregunto en más de una ocasión cuando veo una película y, tristemente, me pasa mucho con las películas de Navidad.
Una cenicienta moderna: Un deseo de navidad no ha sido una excepción, más bien ha sido la regla que lo confirma. Porque es una muestra más de cómo a veces tienes la oportunidad de hacer algo bien y en cambio lo haces mal.
Crítica de Una cenicienta moderna: Un deseo de navidad
Recordaba Una cenicienta moderna de cuando era pequeña. El film de Hilary Duff me encantó en esa época – tocará ver qué imagen me da ahora -. y esa fue la razón principal para decantarme por esta versión edulcorada y navideña que, aunque tiene el mismo nombre y cuenta una historia similar, difiere bastante de la original.
En esta ocasión conoceremos a Katherine, una joven que sueña con ser cantante y a la que le encanta cantar sobre la navidad. Tras la muerte de su padre vive sometida por el yugo de su madrastra y sus hermanastras, pero todo esto cambiará cuando se cruce en su camino el guapo, rico y bondadoso Dominic, cuyo padre es el dueño de donde está trabajando ella.
Con esta premisa empieza una historia que hace aguas prácticamente desde el minuto uno, haciendo que se pierda el interés de forma gradual.
Para empezar, Kath y Dominic se conocen previamente pero vuelven a encontrarse mientras están trabajando en la casa de Santa Claus. Mientras ella hace de elfa, él hace de Santa Claus… Y estos simples disfraces hacen posible que no se reconozcan.
¿Me estás diciendo en serio que te pasas horas y horas junto a una persona y eres incapaz de reconocerla porque lleva orejitas de elfo y peluca? Que no se reconozca a Dominic por la barba de Santa Claus lo compro, pero lo otro es ciertamente impepinable.
A todo esto se le junta un detalle bastante importante: que el primer momento en el que Dominic se fija en Kath es cuando le oye cantar. Y aquí viene el otro problema: el autotune.
Durante toda la película se hace muchísimo hincapié en la pedazo de voz que tiene la protagonista, pero no es así. Todas las canciones de la película están pasadas por autotune en absolutamente todo momento, haciendo que se pierda toda la naturalidad y que realmente sea imposible creerse que Kath tiene una voz fuera de lo normal.
Esto no significa que las canciones estén mal, porque si las apartas del contexto y las escuchas tienen su punto, pero no pegan con Una cenicienta moderna: Un deseo de navidad.
Actualmente casi todas las canciones pasan por este tipo de ediciones, pero se hubiese agradecido un estilo más natural para lo que quería transmitir la película.
En resumen, ha sido una desilusión encontrarme con esta versión descafeinada de un film que recordaba con bastante cariño. Tampoco es que entretenga en exceso, pero puede ser una de esas películas de navidad que son buenas para echarse una siesta.