
Había oído muchos comentarios sobre Christopher Robin. Aunque alguno bueno se colaba de vez en cuando, lo cierto es que la mayoría eran negativos. La tachaban de muchas cosas, pero lo cierto es que a mí el film ha conseguido llegarme de muchas maneras.
Quizás es porque es uno de esos films que, si ves justo en el momento adecuado, te llega, pero que si lo ves en cualquier otro momento te deja frío. Pero yo me he sentido identificada con ese Christopher Robin (interpretado por Ewan McGregor) que trabaja y trabaja sin descanso, dejando atrás su feliz infancia.
Mi opinión sobre Christopher Robin
Sinceramente, su mensaje principal era algo que necesitaba oír ahora mismo, y no creo que sea la única a la que le pase algo similar.
Porque la película precisamente nos habla de que no pasa nada por no hacer nada, de la necesidad de darnos un respiro de la vida adulta de vez en cuando y volver al Bosque de los Cien Acres a recordar que las cosas importantes de la vida no se consiguen con dinero.
En la vida vivimos momentos que nos chupan la energía, que nos cansan, que nos hacen que dejemos de estar alegres sin que ni siquiera nos demos cuenta. Y el film de Christopher Robin sabe sacar toda esa esencia y nos recuerda que a veces está bien sacar los pies del tiesto y ver las cosas desde otro punto de vista.
Todo esto se consigue a través de los entrañables moradores del Bosque de los Cien Acres: Pooh, Tiger, Piglet… Todos están ahí, pero de otra forma diferente a la que recordábamos. Porque sus enseñanzas tienen un tono adulto que es difícil que un niño comprenda.
Y es inevitable caer rendido ante el carisma de estos peluches. Dan ganas de abrazarles, de dejarse llevar por su peculiar forma de ver el mundo y de ir a merendar con ellos. Sobre todo Pooh, con sus traspiés y su inocencia, nos saca más de una sonrisa en todo el film.
Pero Christopher Robin consigue toda esta esencia sobre todo gracias a su actor principal: Ewan McGregor en su papel de Christopher Robin. Un personaje que ha perdido su magia, y que necesita volver a su infancia para recuperarla y recordar qué es lo realmente importante.
Había oído que en este film McGregor estaba insulso y aburrido, pero a mí no me ha parecido para nada así. Va evolucionando conforme pasan las escenas, creando un personaje muy redondo y creíble. Quizás es que en el fondo no queremos imaginarnos a un Christopher adulto que tiene que pensar en a quién va a despedir y que está casado con su trabajo.
Sin duda, es una historia sencilla pero muy importante. De las que nos recuerda que a veces es necesario frenar para avanzar, tomarse un descanso para que nuestra mente descanse.
Porque a veces simplemente necesitamos que Pooh nos coja de la mano y nos diga que no pasa nada por no hacer nada, porque al final llegaremos a algo. Y que nos recuerde que la felicidad se encuentra en las pequeñas cosas, como por ejemplo un globo rojo.
Entrada escrita por Isabel Robleda (@Claraformo)