
Crusader Kings III está siendo el causante de que no duerma por las noches. No es que sea un juegazo y tenga la mejor historia y los mejores gráficos del mundo, pero tiene algo que hace que pueda pasarme horas y horas jugándolo.
Quizás sea porque recuerda a esos típicos juegos de móvil de crear asentamientos donde, sin que te des cuenta, han hecho que te pases horas delante de la pantalla.
Está claro que no son los mejores juegos del año, pero sí entran dentro de los más adictivos.
Mi opinión sobre Crusader Kings III
Crusader Kings III nos pone en la piel de reyes, emperadores y vasallos del antes del primer milenio D.C. Elegimos dónde queremos empezar – hay historias predefinidas, pero realmente podemos irnos a otro lado a iniciar nuestro imperio -, cómo queremos gobernar y, básicamente, empezamos a controlar esas tierras que nos pertenecen.
La gracia de Crusader Kings III reside en dos hechos: por un lado, lo bien ambientada que está a nivel histórico y por otro la cantidad de opciones que hay para hacer que cada partida, dinastía y personaje sea único.
No sólo es un juego donde nos casaremos, tendremos hijos y guerrearemos. Con el paso del tiempo nos iremos creando una personalidad propia, que determina gran parte de nuestra vida en el juego.
Desde las enfermedades que pillemos, nuestras preferencias sexuales, la religión y nuestras o nuestros amantes hasta si nuestros hijos van a heredar algún rasgo congénito.
Nosotros vamos creando nuestra propia dinastía, y todo eso se hace a través de esas pequeñas decisiones y de los rasgos que tenga nuestro personaje.
Como decía, Crusader Kings III está muy bien adaptada a nivel histórico. Está claro que una vez empecemos a jugar ya estaremos cambiando la historia, pero en el momento en el que entramos en la partida todo está tal y como se desarrollaba en ese momento histórico.
Y es una pasada pensar en la cantidad de gente que se tiene que haber pasado días y días investigando para crear este juego y que cada uno de los personajes, de las religiones y de los conflictos fuese verídico.
Eso teniendo en cuenta además que podemos elegir diferentes siglos en los que empezar a jugar, y eso significa que en cada uno el mapa histórico tiene que estar tal y como se desarrollaba en esa época.
Lo mejor de Crusader Kings III es precisamente esto, el empeño que han puesto para darnos un juego verídico y muy realista que nos mete de lleno en esa época que está tratando.
Desde controlar el Imperio Bizantino hasta estar en Francia, con los nórdicos, en España o en Ghana. Hay un sinfín de oportunidades que hacen que podamos pasarnos horas y horas jugando a Crusader Kings III.
Está claro que de primeras puede no llamar la atención, pero una vez entras en su mundo no puedes parar. Es adictivo, tiene mucha profundidad y, con cada hora que pasas jugando, descubres que todavía puedes hacer muchas cosas más.
No lo recomiendo para nada si queréis dormir vuestras ocho horas por las noches.