
Lo admito: no es que me apasionen mucho las historias de espionaje y tramas de robos y secretos. A veces siento que una vez vista una ya tienes vistas todas, a excepción de películas de acción que han pasado a la historia por lo buenas que son.
Pero este no es el caso, porque Duplicity entra con creces en esas películas que no te cuentan nada nuevo, y que no muestran nada original. Aunque entretiene, hace aguas por muchas partes, convirtiéndose en una película más de esas que entran al cajón de «una vez vista, seguramente no la vuelva a ver».
Análisis completo sobre la película Duplicity
La historia nos habla de un amor extraño entre Claire (Julia Roberts), ex agente de la CIA, y Ray (Clive Owen), ex agente del MI6. Si antes ya estaban enfrentados, ahora ambos entran a formar parte de una misión privada entre dos empresas enemigas que quieren en su poder un producto secreto que supuestamente cambiará el mercado para siempre.
Con esta premisa comienza una historia llena de enredos que, aunque no cuenta con escenas de tiroteos y de acción en sí, sabe mantener la intriga como toda película de espionaje que se precie. Eso si, esta vez las tornas cambian: no estamos ante buenos y malos, sino ante dos empresas millonarias que compiten entre sí.
El problema es que Duplicity, para mantener esa intriga hasta el final, crea una historia liosa que cuesta de entender y hace que desconectes en muchos puntos del film.
Para mantener toda la intriga va dando saltos temporales al pasado, mostrándonos la tormentosa relación entre Claire y Ray, y cómo esta acabará desembocando en un final que muestra que, cuando se juega a tres bandas, siempre es fácil salir perdiendo.
El problema es que para mostrar esta faceta del mundo del espionaje y de las intrigas Duplicity no se lo pone nada fácil al espectador. Esos saltos temporales descolocan, y mucho, haciendo que la trama pierda ritmo y que al final no te quedes ni con la cara de los personajes ni qué pasa realmente en las misiones.
Supongo que estamos acostumbrados a ver claramente que en una película de este estilo hay unos malos y otros que son un poco menos malos, pero en Duplicity no ocurre así: aquí es difícil entender la motivación de ambas empresas, que parecen prácticamente iguales, hasta un punto en el que no sabes de qué lado está cada uno, incluidos los personajes secundarios.
A todo esto se le añade una relación muy tormentosa, y en muchos puntos tóxica, entre los dos protagonistas: Claire y Ray. Esto hace que no podamos ver una conexión real entre ambos, ya que su química se basa prácticamente por completo en toxicidad y desconfianza.
Esta relación tiene sentido en la historia, pero lo cierto es que le hace perder bastante fuerza al film, ya que por así decirlo «no hay ninguno que se salve».
En resumen, Duplicity es una historia de esas para pasar el rato. No aporta mucho, pero entretiene y consigue que te quedes hasta el final por lo menos para comprender la historia.