Lo primero que pensé cuando puse El último emperador fue: «madre mía, tengo que pasar dos horas y media aguantando a Bertolucci». A esto se le añade que no soporto las historias biográficas de señoros aristocráticos que no han hecho nada con su vida, más que nacer con suerte.
Dos horas y media sobre una historia de un señoro hecha por otro señoro no pintaba bien. Pero siempre he sido de la opinión de que para criticar hay que conocer, así que decidí aguantar la sarna y no rascarme.
Mi opinión sobre El último emperador
Sorprendentemente El último emperador me ha entretenido. Su ritmo es lento, a veces pesado, pero consigue que aprendamos un poco sobre la situación política de China mientras nos narran la vida del señoro en cuestión.
El final acaba abruptamente, pero eso tampoco importa, ya que congenia con la narración de la película y es tal y como esperaba de una película de este estilo.
Por qué no me gusta Bertolucci
Dicho todo esto, es hora de hablar de Bertolucci y por qué hay que dejar de idealizar sus películas (por mucho que El último emperador ganase 9 Óscar). Otra de las obras más conocidas de Bertolucci es El último tango en París, conocida por una escena sexual con mantequilla entre Marlon Brando y Maria Scheneider. Una escena que, como admitió el propio director, no estaba consensuada con la actriz.
Al querer que la actuación fuera más real, Marlon Brando y Bertolucci no avisaron a María Schneider de lo que iba a ocurrir realmente. Las lágrimas y gritos son reales.
Al final es igual que ver House of Cards, o cualquier película protagonizada por actores con un pasado turbio; todo queda enturbiado por los actos que han cometido estas personas. Aunque se diga que hay que diferenciar la obra de la vida personal del artista, debemos de ser conscientes de lo que estamos consumiendo.
Al ver El último emperador, emitirla en la televisión, recomendarla como una película característica del mundo del cine… entramos a formar parte de esa cultura que dejó pasar por alto que Marlon Brando no respetó a su compañera de trabajo y lo convirtió en todo un ídolo del cine.
Igual que ir al cine a ver ciertas películas es no prestar atención a las acusaciones que pueda haber hacia ciertas personas que participaron en ellas, destacar las obras de Bertolucci en el mundo del cine es pasar por alto la escena de la mantequilla. Y por eso es tan importante hacer boicot a ciertas películas, para poder avanzar como sociedad y evitar que se sigan repitiendo situaciones como esta en Hollywood, y en todos lados.
Esto no quiere decir que no se puedan ver, que haya que censurarlas. Yo soy la primera que veo estas cosas porque luego puedo ponerlas verdes tranquilamente. Lo importante es aprender a conocer lo que consumimos, ser conscientes de ello, quejarnos y boicotear ciertas cosas para que dejen de hacerse. Así ayudaremos a que se consiga un cine de calidad y respetuoso.