
Evito las historias de bollodramas porque estoy cansada de ver la misma trama una y otra vez. Si a esto le juntamos que nunca he sido una gran aficionada de Isabel Coixet, lo cierto es que mis ganas de ver Elisa y Marcela era más bien pocas.
Aunque iba con pocas expectativas, lo cierto es que lo nuevo de Isabel Coixet me ha sorprendido en el buen sentido. No sólo es una historia bien llevada, sino que las actuaciones y el estilo visual de la película hacen que se cree un film que merece la pena ver.
Análisis de Elisa y Marcela
Elisa y Marcela nos cuenta la historia de dos mujeres a principios de siglo XX que se enamoran perdidamente, y todo lo que llegan a hacer por permanecer unidas en un mundo que no está dispuesto a aceptar su relación.
A esto hay que añadirle que la historia se basa en una historia real, lo que hace que la relación entre estas dos mujeres no sea un bollodrama como tal, sino que sea un suceso que incluso llegó a salir en los periódicos en su momento.
A pesar de esto no es un film que acuda a la lágrima fácil, ni que muestre una de esas historias lésbicas dramáticas a más no poder. Sí, es una historia dolorosa, pero Isabel Coixet no acude a la lágrima fácil para hacernos ver lo mal que lo pasan las protagonistas con esta situación.
Y lo cierto es que la película consigue crear una historia muy bonita que, aunque llena de sensualidad, no acude a los clichés que vemos en este tipo de historias LGBT+ que no sabes muy bien por dónde cogerlas.
Incluso las escenas de sexo consiguen crear una imagen íntima y muy bonita que ayudan a crear y fomentar toda la historia. A esto se le añade la actuación de Natalia de Molina como Elisa y Greta Fernández como Marcela, que consiguen estar sobresalientes en su papel de mujeres dispuestas a todo por mantenerse juntas.
Pero sobre todo lo que más llama la atención de Elisa y Marcela es su belleza visual, que consiguen crear el entorno perfecto para contar una historia intimista llena de ternura y dolor a partes iguales.
Al igual que ocurre con Roma, la película opta por el blanco y negro para llevarnos al pasado y contarnos la historia de amor de estas dos mujeres. Esto, juntado con sus bellos planos, hacen que sea deliciosamente agradable de ver.
Eso sí, al contrario de lo que ocurre con Roma, la historia de Elisa y Marcela pasa con bastante más rapidez, lo que es un punto a su favor si no estamos de ánimos para ver una de esas películas que transcurren a la velocidad de una tortuga.
En general el film ha conseguido dejarme un buen sabor de boca, demostrando que es una película que destaca en todos los ámbitos, tanto a nivel actoral como a nivel técnico y de guión.
Sin duda, una historia de lo más recomendable que es un soplo de aire fresco en el panorama del cine LGBT+.