«El cómic en sí es utilizar tu arte para contar una historia y que sea solo tuya. A lo mejor lo compran 300 personas y ya está, pero ese eres tú»
Javier Ara, autor de Atraco a mano alzada
Javier Ara es la persona detrás de Atraco a mano alzada. La obra ya ha optado por varios premios, como fue su nominación a los Premios José Sanchis Grau, y no es de extrañar, ya que sorprende a nivel argumental y técnico.
Javier Ara se dedica al mundo de la animación, y Atraco a mano alzada es su primera inmersión como autor dentro del mundo del cómic. Hace unas semanas estuvo en Heroes Comic Con Madrid 2018, donde tuve la oportunidad de hablar con el autor en profundidad.
¿Cuánto hay del Javier Ara del comic en la realidad?
En realidad que yo esté ahí es un accidente, no tenía más narices que ponerme si quería dar a entender que ese juego es real.
No soy tan guapo, ni tan cachas, ni tampoco tengo ese coche. Yo nunca he sido dibujante de cómic, ni tampoco he sido el negro de nadie, pero sí tengo ese punto de saber cómo funciona por dentro, no el mundo editorial, pero si el de la animación.
Una parte de Javier Ara sí que está ahí, en ese señor que es un poco gris, un dibujante que nadie conoce y que en un momento dado hace cosas por vanidad, como por ejemplo el cómic.
¿Y por qué dar a ese Javier Ara un toque negativo, como oscuro y más «malote»?
Primero, porque es serie negra. Hay un mundo en el que los personajes de serie negra tienen que ser así de «malotes».
Después, si te das cuenta todos son contrapuntos y juegos de espejos, ni Lundi es tan bueno ni yo soy tan malo. Todo el rato estoy tratando de decir: ¿soy así de bueno o soy así de malo? Mi personaje en realidad es la contraposición del de Lundi. En la serie negra vamos a buscar el lado ángel y el lado demonio, y siempre están en situaciones que los confrontan.
¿Cómo se te ocurrió la idea?
Es una especie de acumulación de cosas. Cuando empecé solo hice la primera parte. Pensaba que molaría la idea de hacer un metacomic de alguien que roba un banco y dibuja cómo seria; fue un ejercicio. En un momento dado ya no puedo hacer justo el atraco, y había que ver cómo lo seguía.
Mi manera de hacer el cómic no fue empezando por la página uno y acabando en la 332, fui yendo y viniendo. Funcionó en forma de puzzle. Hay páginas que he desechado, porque ha sido una búsqueda y hasta que no lo tuve cerrado a lo mejor tardé 5 años.
Hiciste la misma búsqueda que haces en el cómic.
Exactamente la misma. Llega un punto en que la búsqueda que hace el Javi Ara del cómic es casi la misma que yo. Me quedo atascado, veo cómo lo soluciono, tengo que volver a rehacer páginas… fue funcionando así.
No fue mecanografiar un guión, me salió natural. Es una cosa que no creo que me vuelva a salir pero fue así.
¿Qué nuevo proyecto tienes en mente?
El problema es que para mí esto es mi Ciudadano Kane, lo que vaya a hacer no va a ser tan bueno. Hay ideas, pero evidentemente van a ser mucho más normales y eso en cierta manera me coarta porque no voy a estar a la altura de las expectativas.
Tengo ideas para hacer cómics chulos, pero creo que nunca va a ser la expectativa de Atraco a mano alzada. Atraco a mano alzada es una especie de obra que me salió casi de pura casualidad, o no, y es muy difícil que vuelva a estar a la altura creo yo.
Puedes sorprender también haciendo algo totalmente opuesto.
La idea que tengo es una cosa súper light, de superhéroes de risa. No tiene absolutamente nada que ver con Atraco a mano alzada. Pero no sé si voy a hacer otro cómic o me voy a quedar como estoy.
¿Te gusta el mundo del cómic más que el mundo de la animación?
A mí el cómic me gusta desde el punto de vista de lector, pero no es una cosa en la que yo quisiera entrar nunca. Más que nada porque en el mundo del dibujo animado se gana más dinero que en el mundo del cómic, o por lo menos esa es mi percepción.
Hay gente que trabaja para Marvel y gana mucho dinero, pero el mercado que veo no me incita para meterme a hacer cómic. La verdad de esto es que puedo hacer cómic mientras hago mi trabajo, puedo estar 5 años sin ninguna presión editorial, intentar publicarlo o autopublicarme simplemente por el hecho de hacerlo, como un periodista que escribe artículos y luego escribe una novela.
Mi parte profesional no la quiero cambiar, estoy bastante bien así. Me parece gratificante, pero el mundo del cómic para mi es completamente ajeno.
¿Has hecho el cómic para salir de la rutina de la animación?
En realidad es querer contar algo. Hay un punto en el que un dibujante no es nadie en el mundo de los dibujos animados y apareces en unos créditos el decimocuarto. Hay más reconocimiento en el mundo del cómic.
Mis dibujos pasan desapercibidos, y ni siquiera son mis dibujos. Me dicen “coge el pato Donald y cópialo tal cual». No se tiene que diferenciar mi dibujo con el de otro. Mi trabajo es no destacar.
Esto es una manera de decir que me apetece destacar. El cómic en sí es utilizar tu arte para contar una historia y que sea solo tuya. A lo mejor lo compran 300 personas y ya está, pero ese eres tú. En realidad es un poco eso, un ejercicio de vanidad: me apetece que aparezca mi nombre en el cómic, y que alguien lo lea y me diga que le ha encantado.
La animación es muy rentable, pero sólo te conocen los clientes. Al final son animaciones que aparecen en la tele y ya está, nadie se fija en quién lo ha hecho. Alguien ve un cómic y está viendo al dibujante, le da su sello en el dibujo, y es una cosa que no puedes hacer en el mundo del dibujo animado.
Fragmento de Atraco a mano alzada
¿El proceso creativo de Atraco a mano alzada fue diferente al del mundo de la animación?
Esto fue anarquía total. En la primera parte sí que tenía la historia creada y lo hice de seguido, pero después todo el trabajo detectivesco del personaje lo estaba haciendo yo a la vez. Como el personaje, tenía mis esquemas y quizás en una página no me funcionaba y seguía con otra. Era completamente anarquía.
Justamente al contrario, porque cuando haces dibujos animados tienes que ser súper metódico. Otro va a coger tu trabajo, y tu personaje tiene que ser como te lo han dado.
Con esto era anárquico, y metí un gorila. Y pude hacerlo porque las propias reglas que me estaba marcando me lo permitían. A medida que iba haciendo el cómic creaba las reglas, eso fue la parte más bonita.
¿Pensaste desde el primer momento el cambio de estilo en el dibujo?
Tenía claro que en el momento que había dos dibujantes tenían que verse dos manos. Era la idea, que alguien que está leyendo el cómic y está acostumbrado a un trazo luego se pregunte por qué cambia.
Era una manera de decir que es otro personaje. A parte, también quería desvincular los dos estilos porque uno era un estilo que había triunfado y otro no. No tenía que ser el mismo, porque Lundi era un tío que ha triunfado y el otro no se ha comido nada.
Él estaba a la sombra, se adaptaba a cómo dibujaba Lundi, pero cuando dibuja lo hace a su manera. Era una manera de decir que estamos hablando de un personaje que es alguien que está a la sombra siempre y su manera de dibujar no concuerda con lo que triunfa. Se agarra a lo que ha triunfado, le da la vuelta e intenta decir “aquí estoy yo”, ese es el punto de vanidad que tiene.
Fragmento de Atraco a mano alzada
Eso sorprende mucho, porque a nivel técnico ese cambio de estilo también ayuda a contar la historia.
Claro, ese es el punto: cómo hacer que todo tenga un sentido. Cuando enseño el cómic mucha gente lo ojea y me dice: «¿y este dibujo?» Y es como… léelo, tiene sentido.
Luego el problema es que no quiero contarte nada, porque si yo te cuento te fastidio la historia. Prefiero que no lo compres a reventártelo, porque a mí me gusta que cuando la gente lea el cómic le vuele la cabeza, y creo que eso se consigue. No quiero quitarles ese momento.
Entrevista realizada por Isabel Robleda (@claraformo)