«Yo lo notaba muchísimo de pequeña: no veía a nadie en la ficción que fuera como yo. De hecho, normalizas que no sean como tú»
Entrevista realizada a Natacha Bustos
¿Podrías presentarte a alguien que no te conociera de antes?
Soy Natacha Bustos, dibujante de cómics, y actualmente trabajo en Marvel con una serie que se llama Moon Girl y Dinosaurio Diabólico. En España tiene tres tomos y en EE.UU. ya vamos por el quinto. Y no sabría qué más decir (risas).
Son sin duda diferentes mercados. He probado en tres diferentes: en España hice una novela gráfica llamada Chernobyl: La Zona, que fue mi primer trabajo profesional. Fue la primera vez que me publicaron, y una experiencia un poco agridulce. La sensación de estar trabajando un año entero en un cómic para después no verse recompensado económicamente me frustró bastante, y estuve unos años que no quería hacer nada relacionado; renegué de la novela gráfica totalmente.
Sí, esto en España. Y bueno, siempre he mirado para el mercado francés. Se sabe que el mercado francés y el americano es donde puedes encontrar mejores remuneraciones, y mejores trabajos en el cómic. Probé en Francia yendo a festivales de cómics, sobre todo el Angoulême. Hablé con editores, que me veían con potencial, pero que siguiera mandando pruebas. Y de repente publiqué en el tomo 4 de Lolita Hr., que era una colección creada por Javier Rodríguez y Delphine Rieu.
«Me van a estropear el dinosaurio» (risas)
«Me van a estropear mi dinosaurio, mi juguete favorito, bwaaaaaa» que me parece un poco bueno, yo qué sé… Es curioso. Yo lo he dicho muchas veces: Marvel es una empresa multinacional, que responde a valores de mercado dentro de un sistema capitalista. ¿Y qué hace el capitalismo? Pues con los movimiento sociales, les da la vuelta a la cosa para sacar dinero como sea. Lo mismo que pasa ahora con el feminismo, que vemos camisetas de Zara que ponen «I’m a feminist».
Un capitalismo rosa.
Sí, es como que coje cosas buenas y las transforma para poder sacar el dinero. Que da rabia, pero es que este mundo funciona así. Y con los superhéroes pasa exactamente lo mismo. ¿Qué ha pasado? Que han habido unos movimientos sociales, una emergencia y una necesidad de dar visibilidad a los grupos oprimidos, sobre todo afroamericanos, asiáticos, LGTBIQ+, que tienen necesidad de ser más y mejor representados en los medios y la ficción.
Sí, son referentes, y creo que en la infancia son fundamentales. Yo echo de menos haber tenido referentes, sobre todo siendo mujer; ser capaz de decir «ostia, hay un personaje así», «hay mujeres que pueden hacer esto, hacen cómic».
Yo creo que es guay que participen en comunidades de gente que haga lo mismo que ellas, y que establezcan una comunicación para intercambiarse críticas objetivas de lo que están haciendo. O que juntas formen grupos para hacer fanzines, pequeños cómics, y que vayan entrenando.
Que tampoco piensen «voy a hacer cómics para trabajar en Marvel». Yo no empecé por eso, sino porque me gustaba contar historias. Creo que lo guay es que tengas ganas de hacer algo, que lo hagas con pasión. Alguien no se mete a hacer cómics para hacerse millonario, porque no es una carrera para hacerte millonario. Es una carrera sacrificada, y hace falta mucha pasión por ello.
Y que hablen también con profesionales. La gente de la industria es muy abierta a comentar lo que queráis con los aficionados, nos encanta que preguntéis y resolveros cualquier duda. De hecho a mi me ayudó mucho un profesor que tuve en Bellas Artes, Sergio García, que era autor de cómics en Francia. Nos explicó todo: cómo funciona la industria francesa, la americana, las épocas doradas del cómic, los diferentes géneros… Fue muy interesante y muy instructivo.
Ufff. Es que tengo muchos, me cuesta siempre esa pregunta. Tengo demasiados referentes, y leía mucho. NaoKi Urasawa o Inue Takehiko, mucho Rumiko Takahashi, el cómic clásico japonés… Estos han sido como mis primeros referentes del manga que conocí. Lo primero que leí subido de tono fue lo de Masakazu Katsura, que tenía a Video Girl-Ai.
Alita Angel de combate, etc.
Sí sí, Alita, todo este rollo.
¿Y otra más reciente que recomendarías?
¡Estrella plateada! El último tomo.
¿Podrías contarnos un poco sobre la serie animada de Moon Girl?
No puedo contar nada de lo que hay, sobre todo porque no sé nada. Me he enterado como todo el mundo. (risas)
Sí, porque el departamento de cómics trabaja de manera independiente a los de cine. Es guay, todavía estoy flipando con que hagan una serie. Aún sólo han firmado el contrato, así que no es nada definitivo. Estas cosas de producción son muy largas, y pueden haber muchos traspiés y que finalmente no salga la serie. Pero ahí está, firmado un contrato con una productora y con posibilidad de que salga. De hecho, muchos fans es algo que esperaban. Y estoy super contenta con que sea de animación; pensaba «que no sea peli, que no sea peli, que sea de dibujos, por favor», porque hacer un dinosaurio en CGI puede ser bastante peligroso. (risas)
El objetivo principal en Chernobyl fue sacar un cómic, publicarlo. Hice muchos sacrificios con esa obra, entre ellos sacrificar mi estilo. Tuve que adaptarlo a uno más sobrio, era una historia que lo requería. Novela gráfica dura, social. Tuve que endurecer mi estilo para adecuarlo a la historia que estamos contando. Cuando terminé tenía clarísimo que no iba a volver a hacer nada social, rollo triste, porque no me sentía feliz. Aprendí mucho a escoger proyectos a partir de entonces.
No, no. Me sale así. No tengo un objetivo, sino directamente como me sale acaba en el cómic.
Sí, no pienso en qué estilo voy a usar ni nada. A lo mejor con alguna próxima obra me replantearé otro estilo.
Sí, aunque a nivel narrativo es otra historia. Porque eso ya…
Sí, trabajo con un equipo. A parte, la propia historia me pide que haya una narración más simple, más clara. No es un cómic complicado de leer, y es algo que yo intento, ya que queremos que lo lean todos los públicos. ¿No vas a hacer ahí una cosa Milleriana, no? (risas) A lo mejor el próximo cómic que haga será más adulto y se me va la olla, ¿eh? Yo no digo nada, pero bueno. (risas)
La industria del cómic, tanto americano como internacional, es dominada por rostros masculinos. Muchas veces pasamos de alto que una visión plural a la hora de contar historias implica inherentemente un abanico mucho más amplios de experiencias que plasmar. Mujeres, personas racializadas y miembros del LGTBIQ+ se están abriendo paso en mercados donde antes era anecdótico para ellos, para beneficio de todos. Natacha Bustos es el primer paso para un mundo del cómic y la industria nerd más justa, interesante, variada y, en general, más acogedora.