
Está claro que la temporada 8 de Juego de tronos ha dado mucho de que hablar. Y, aunque me considero de las haters de la temporada, curiosamente cuanto más vueltas le doy más adecuado me parece el final que ha tenido.
Eso no quita que estamos ante una de las temporadas más flojas de Juego de tronos, pero el problema no es la historia en sí, sino en la forma en que ha sido contada.
Análisis (con spoilers) de la temporada 8 de Juego de tronos
La temporada 8 de Juego de tronos ha pecado de rápida. Todos los sucesos que ocurren, si se hubiesen explicado poco a poco y adecuadamente, no nos parecerían tan locos. Si se hubiese gestionado bien el tiempo, seguramente no habría tanta gente defraudada con el final de la serie.
El problema es que han contado la historia a un ritmo que no tenía sentido. Porque no tiene sentido que des tanta importancia durante años a los caminantes blancos para luego cargártelos en un capítulo con un final incoherente. Igual que tampoco tiene sentido la importancia extrema que se le da a Arya Stark (Maisie Williams) en esta temporada, sobre todo en el quinto capítulo, para que luego pase de nuevo a un papel secundario y sin chicha.
Momentos así son constantes en toda esta temporada. Y es que si piensas en los dos años de espera es normal que el resultado defraude. Habían puesto las expectativas por las nubes.
Esta temporada no ha tenido las sorpresas, los momentos de tensión, que tan acostumbrados nos tenían las anteriores. E incluso el sexto capítulo parece él entero una especie de epílogo del quinto; después de tantas emociones llega un final que avanza lento y que, aunque no se puede tachar de mal final, no nos deja pensando en que menudo finalaco han conseguido.
Pero, curiosamente, cuanto más vueltas le doy más sentido le veo al final. A pesar de todo, es un capítulo muy simbólico que rompe con todo, incluido con el propio Juego de tronos.
Todo lo que ocurre en ese último capítulo está cargado de una gran simbología. Ver a Drogon quemando el Trono de Hierro es de las escenas que más claro dejan a dónde quería llegar la serie.
Y, ¿qué hay más inesperado que al final reine el menos esperado? Nadie se lo planteaba, pero precisamente todo lo que se muestra en ese último capítulo tiene mucho sentido si se piensa fríamente.
El problema es que no es lo que queríamos ver y que, si iba a acabar así, nos deberían haber dejado una temporada acorde a lo que se espera de una serie que ha sabido durante años adaptar tan bien una historia tan densa.
Estoy segura que, cuando este final se plasme en los libros, todo tendrá el doble de sentido. No ha fallado su final, ha fallado la forma entera de la temporada.
Sin duda, es la peor temporada de Juego de tronos en muchos sentidos. Estoy segura que todos habríamos aceptado el final mejor si se hubiese contado de otra forma.
A pesar de todo, no hay que olvidar el enorme trabajo y los años de dedicación que hay tras esta serie, todo lo que ha hecho que Juego de tronos sea lo que es ahora mismo.
Esos efectos especiales, la dirección de los capítulos, los planos cuidados – incluso ese último de Daenerys (Emilia Clarke) tan comentado -, las actuaciones y el vestuario. Hay un enorme trabajo detrás de Juego de tronos.
Eso es con lo que prefiero quedarme, en vez de que una mala temporada acabe enturbiando una buena historia.