
Uno de los fenómenos más esperados de los últimos meses era éste: la temporada 4 de La casa de papel. ¿Qué pasa con Nairobi (Alba Flores)? ¿Conseguirán cumplir su objetivo esta vez?
Mi opinión sobre la temporada 4 de La casa de papel
Lo cierto es que me gusta esta serie, pero a veces agradecería que acabase de una vez. No puedo evitar sentir que nos encontramos ante una serie que estaba bien con dos temporadas, pero que ya cuatro con una quinta de camino hace que pierda cierto sentido.
Una de las cosas que más me planteaba en esta temporada era el fenómeno social que se crea en la serie, por todas las personas que apoyan a un grupo de delincuentes a los que les encanta sacar los trapos sucios del Estado.
Pero, ¿en qué creen realmente esos delincuentes? ¿Cuáles son sus motivos para crear ese fenómeno de masas? Igual que en temporadas anteriores, en la temporada 4 de La casa de papel sus protagonistas no muestran realmente ninguna rencilla hacia el Estado, no se posicionan públicamente como ese grupo terrorista que quiere acabar con todo.
Más bien, todos sus movimientos son emocionales – esa emoción que El Profesor (Álvaro Morte) intenta evitar a toda costa, y por lo que todos se llaman con nombres de ciudades -. Todos los actos que vemos en esta temporada son más emocionales que nunca, y eso mismo desemboca los actos que vemos.
Pero, ¿son realmente héroes o sólo unos delincuentes aprovechándose de la situación? Esa duda sigue presente en mi mente y, a pesar de llevar ya cuatro temporadas viendo las andanzas de este dispar grupo, no consigo encontrar una respuesta exacta. ¿Acaso importa? Es probable que no.
Dejando todo esto a un lado, la temporada 4 de La casa de papel me transmite unas ganas de alargar la serie innecesariamente. También siento que cuanto más se alarga, más preguntas me surgen.
Aún así, tengo que decir que la temporada 4 de La casa de papel me ha hecho pasar un buen rato, por mucho que sienta que no aporta nada a la trama y que ha sido todo relleno. Posiblemente sea por esa emoción que meten, el ver que todo se les va de las manos sin control, lo que añade una novedad a la serie.
Ya empezó a verse en la temporada anterior, pero en esta es cuando más vemos los claroscuros de todos los personajes. Personajes que, por cierto, consiguen ampliar su mundo a pesar de encontrarse encerrados no se sabe cuánto tiempo.
Incluso da tiempo a conocer a nuevos personajes, entre los que destaca Manila (Belén Cuesta). Un personaje que, por cierto, está pillado un poco con pinzas… Porque debería haber dado sus primeras señales la temporada anterior.
Eso me hace pensar que quizás no está todo tan planeado como parece, y que muchas veces se improvisa sobre la marcha a la hora de gestionar la serie; algo que justamente ocurre cuando se intenta alargar las series más de lo necesario.
Y, sin duda, lo que peor he llevado de esta temporada ha sido la muerte de Nairobi. Durante todos los capítulos hacen que juegue al gato y al ratón con su vida, para que luego pase lo que todo nos temíamos que pasaría. Ahora queda ver cómo avanza la serie sin un personajón como el suyo.
En resumen, la temporada 4 de La casa de papel me deja con sentimientos agridulces. Me ha gustado, pero me hubiese gustado más si cerrase de una vez por todas.