
Aunque nunca he sido extremadamente fan de Emma Roberts, no sé por qué siempre acabo viendo las películas que protagoniza. Eso es sin duda lo que me ha pasado con Paradise Hills, un film que admito que empecé a ver porque me llamaba la atención visualmente, sin saber absolutamente nada de la trama.
Mi opinión sobre Paradise Hills
Imagínate una especie de lugar para «rehabilitarte» de las cosas que tu familia considera inapropiadas. Estas cosas pueden ser desde que no quieras casarte hasta controlar tus problemas de pánico o hacer que comas menos.
Y en este sitio las jóvenes se pasan dos meses sin entender muy bien cómo va a funcionar realmente todo esto, sabiendo que cuando sales de ahí te has convertido en alguien totalmente distinto a quien eras al entrar.
Y ahí es donde entra Uma (Emma Roberts) en escena, nuestra protagonista, una joven que no quiere casarse con un ricachón malvado, cosa que sí quiere que haga su madre.
Al principio Uma se hará sus amistades, se irá adaptando a esa especie de «paraíso de la tranquilidad», pero poco a poco irá sabiendo más y más sobre ese lugar que supuestamente te moldea a la imagen y semejanza de lo que esperan tus padres de ti.
Aunque la película puede tildarse de lenta, y de estar contada de una forma un tanto idílica, como en un sueño, lo cierto es que sabe manejar muy bien sus tiempos para contarnos qué está pasando realmente en Paradise Hills.
Pero, cuanto más se acerca al final, menos sentido empieza a tener la historia realmente. Admito que hay ciertas cosas del final que me han gustado bastante, pero otras son todo un despropósito.
Cuando te enteras, por ejemplo, de que la jefa del lugar es una especie de criatura hecha con rosales que se alimenta de sus víctimas es cuando te das cuenta de que la película se ha ido por las ramas – nunca mejor dicho -.
Todo el film podría haber tenido cierto sentido obviando ese final de rosas y espinas, de una especie de criatura que es una mezcla entre vampiro y rosal. Si hubiesen quitado eso, incluso me hubiese gustado más el final.
Paradise Hills no es un peliculón, ni mucho menos, pero tiene algo que entretiene. No es que cumpla por completo con tus expectativas, pero lo intenta.
Personalmente, el estilo me ha gustado en muchos aspectos y ni me imagino cómo hubiese sido la película con un poco más de presupuesto para volver aún más idílicas las escenas.
También hay que decir que se le pilla cierto cariño a los personajes principales; ya no solo a la protagonista, sino también a sus amigas y a Amarna (Eiza Gonzalez), esa chica que se pirra por sus huesos y hace todo por ella.
En general, Paradise Hills es una película decente para pasar el rato. Tiene un mensaje y una trama interesante, además de que visualmente llama la atención; eso sí, también hay que admitir que en ciertas partes se pasan con sus excentricidades, mientras que en otras puede pasar hasta muy lento.