
Hay libros que sabes que, independientemente del número de páginas que lleves, van a dejarte sentimientos encontrados al leerlos. Sin duda, esto es lo que me pasó con Pequeñas mujeres rojas.
Y es que desde el principio sabemos que estamos ante un libro que nos va a poner la piel de gallina, para el que debemos de estar preparados. Porque su trama es dura, su forma de narrar esta historia se detiene en los detalles; todo esto hace que sea una historia que seguramente no recomiende a todo el mundo de primeras, porque debemos saber qué es lo que vamos a leer primero.
Mi opinión sobre Pequeñas mujeres rojas
Pequeñas mujeres rojas nos cuenta muchas historias, muchas voces que llevan ocultas desde la Guerra Civil Española. Se centra en el pueblo de Azafrán, y en las atrocidades que ocurrieron en el mismo.
En el 2012 una joven llamada Paula, junto con un equipo, se presenta para catalogar los huesos que hay en zanjas y comprobar los desaparecidos del pueblo.
Lo que sabemos desde el principio es que ese verano será el último de Paula, y que algo hará que acabe siendo brutalmente asesinada. ¿Qué es lo que lleva a este suceso en los acontecimientos? Eso es lo que iremos descubriendo a lo largo del libro.
A través de distintas voces iremos conociendo cómo se ha forjado el pueblo de Azafrán. Conoceremos la historia de sus familias, de Paula y su amiga Luz – aquella que busca descubrir qué pasó realmente -, pero también de todos esos muertos que, desde el suelo sin que nadie sepa dónde están, también cuentan qué les pasó y qué opinan de los sucesos que ocurrieron después de ellos.
De esta forma se desarrolla una historia que me ha generado sentimientos encontrados. Y es que Pequeñas mujeres rojas está hecha de tal forma que, sobre todo, nos genera una sensación de angustia, de estar sacando a la luz unos hechos que simplemente de leerlos nos hacen sentir mal.
Esto, juntado con una prosa difícil de seguir, hace que nos encontremos ante un libro que no está hecho para leer de forma ligera. Debemos de saber muy bien dónde nos metemos, que no nos pille de sorpresa todo lo que vamos a leer en esta historia.
Aunque admiro la prosa de Marta Sainz, también tengo que decir que se me ha hecho un tanto difícil de seguir. Tiene mucha sonoridad, pero no es de esos tonos ligeros de leer de un plumazo.
Tenemos que concentrarnos, leer despacio – como bien nos recuerda el propio libro -, para asimilar todo lo que estamos leyendo sobre Azafrán y sus habitantes.
Pequeñas mujeres rojas es un libro duro y difícil de seguir, lo que hace que no a todo el mundo le pueda gustar. Yo personalmente continúo asimilando todo lo que cuenta esta historia.
Todavía me queda mucho por darle vueltas a esta historia y a todo lo que nos cuenta, pero de lo que estoy segura es que Pequeñas mujeres rojas es un libro que tardaré bastante en olvidar, ya que tiene una historia que te marca por completo.
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