
Me gustan muy poco los bollodramas. Creo que por eso evito la mayoría de películas de lesbianas que me encuentro, porque noto que se trata de una forma que muchas veces cansa en todos sus sentidos.
Pero con Rosas rojas eso no ocurre, porque es una historia de amor que habla precisamente de eso, del amor. Y que sean dos mujeres enamorándose no significa que haya que añadir una buena dosis de drama a la historia.
Análisis de la película Rosas rojas
Rosas rojas es una película que peca de simple, de previsible y de sencilla, pero es una historia de amor bien hecha que intenta alejarse de las toxicidades del género para simplemente dejarnos con una historia de esas que te saben sacar una sonrisa al final.
El film nos cuenta la historia de amor entre Rachel (Piper Perabo) y Luce (Lena Headey), que se conocen en el día que Rachel va a casarse con su pareja de toda la vida, Heck (Matthew Goode). Lo que podría haber sido una historia dramática y llena de malos rollos se narra de tal forma que simplemente nos habla de las vueltas que da la vida por mucho que tengamos todo planeado y creamos que nada va a sacarnos del plan que tenemos preestablecido.
Y precisamente lo que se agradece de toda esta historia es la relación de Rachel con Heck. Porque Heck no es un personaje que odies, no es alguien que quieras que se aleje de su vida cuanto antes… más bien es un buen tipo. Es bueno de verdad, y eso fomenta dos cosas bien distintas.
Porque por un lado te deja con una sensación de «todo sería más fácil si Heck se portase como un capullo» pero por otro se agradece ver una ruptura tan sana, el ver cómo pueden hacerse las cosas bien por mucho que pique y escueza que tu mujer se enamore de otra persona.
De verdad que me ha gustado mucho cómo han llevado esta relación a tres en Rosas rojas. Porque ni hacen bollodrama del asunto ni muestran comportamientos tóxicos ni cuentan una historia de esas que prácticamente son porno. No, Rosas rojas es precisamente la historia de amor que se agradece ver de vez en cuando para comprobar que hay películas románticas que tampoco están tan mal.
Otro detalle de Rosas rojas es que se centra muy bien en los pequeños gestos de homofobia que suelen verse bastante pero a veces pasan desapercibidos: esos detalles que están tan instaurados en la sociedad que muchas veces ni se entiende por qué pueden llegar a molestar.
Y el film está lleno de muestras de este tipo de actos que se normalizan porque «no son ofensivos» pero que dejan claro que la persona que los dice precisamente no ha normalizado la presencia del colectivo LGBT+.
La película lo muestra de una forma nada sutil, haciendo que todo el tema que se trata en la historia cobre todavía más fuerza.
En general todo esto hace que sea un film de los que te dejan una sensación agradable al terminarla, por mucho que sea una historia de amor llena de clichés que hemos visto una y mil veces.
No es un film que piense ver a menudo, pero me alegra saber que existen historias como esta.