
No me gustan las historias de drogas. Supongo que me cuesta mucho leer sobre personajes a los que odio y, si encima esto se junta con drogadicción, me cuesta mucho más.
Pero todo eso cambia cuando nos ponemos delante de un libro como el de Trainspotting, escrito por Irvine Welsh, donde disfrutaremos de ese estilo tan suyo para plasmar a la peor calaña de la humanidad e incluso conseguir que sintamos cierto aprecio por ella.
Reseña literaria de Trainspotting
Trainspotting nos habla de una Escocia en horas bajas donde el sida está a la orden del día y los jóvenes pasan su vida entre drogas y alcohol (o jaco y privas, como dirán en la historia). Con esta premisa Irvine Welsh nos cuenta la historia de un grupo de amigos que viven entre drogas, alcohol y violencia, creando un prisma único de personalidades que es una delicia de él.
Porque el escritor muestra a personajes grotescos y odiosos. Cada uno de sus actos, cada una de sus palabras, es un gesto más que nos lleva a odiar a esos chicos que se drogan, beben, viven al margen de la ley y se comportan mal con el resto de la humanidad.
Para ayudar a plasmar estas personalidades tan dispares y putrefactas Irvine Welsh utiliza un estilo muy peculiar que cambia de capítulo en capítulo. No sólo se mezclarán historias con pensamientos dispersos, sino que el estilo de escritura también cambiará conforme cambiemos de personaje.
Incluso el estilo será diferente si, por ejemplo, nos encontramos a un Renton sobrio, a un Renton drogado o a un Renton con el mono. Y esto es lo que hace de Trainspotting una historia que es toda una delicia leer, a pesar de que no es un tema agradable el que trata en cada capítulo.
A través de este estilo y estos personajes se muestra la realidad de la época de muchos jóvenes y se plasman retazos de ideas sueltas que muestran la verdadera forma de pensar del autor.
Aun así hay que admitir que no es un libro sencillo de leer. Al principio es bastante farragoso comprender todos los personajes e historias que nos muestra Trainspotting, y no es difícil acabar confundiendo a un personaje con otro en un momento dado.
Sobre todo esto ocurre al principio, hasta que te acostumbras a los cambios de estilo del autor y vas comprendiendo las diferentes personalidades de cada uno, lo que ayuda en gran parte a diferenciar quién está viviendo cada historia y en qué momento.
Pero, una vez te acostumbras al ritmo de la historia, todo esto cambia. Es entonces cuando te enganchas por completo al libro y no puedes parar de leerlo, hasta llegar a ese final que te deja con ganas de más.
El problema es que me hubiese gustado ver después la película, en vez de al revés. El film de Trainspotting se parece tanto al libro que muchas veces deseaba no saber cómo continuaba la historia, a pesar de disfrutar mucho del estilo. Sin duda, merece la pena leerlo sin saber mucho sobre ello.
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