
Llevo atrasando ver la temporada 4 de Westworld demasiado tiempo, y no se si es porque me da pena que se haya acabado y se haya quedado «un poco a medias» o porque después de la tercera temporada sentía que ya estaba empezando a perder su sentido original.
Sea como fuere, admito que cuando finalmente la he visto he deborado la temporada 4 de Westworld en un solo día. No podía quedarme con la intriga de saber qué iba a ocurrir, tenía que saber cuál iba a ser el final de una de las series de ciencia ficción que más marcaron en estos últimos años.
Mi opinión sobre la temporada 4 de Westworld
La temporada 4 de Westworld nos cuenta qué pasó después de los sucesos de la tercera temporada, donde esa Dolores dividida en dos empezaba a hacerse con el mundo.
Aunque al principio no entendemos nada, y mantenemos un poco de esperanza con la humanidad, poco a poco vamos descubriendo que no todo es lo que parece. Y es que esta temporada da un plot twist de narices después de varios capítulos, para llevarnos a un mundo donde los androides han ganado.
Ahora los humanos viven dominados, siguiendo un guion preestablecido en un mundo del que ni siquiera son conscientes de que es una mentira. Y Dolores tampoco es consciente de lo que ha creado, viviendo una vida monótona como guionista, sin hacer mucho eco a la voz interior que le dice que algo no termina de cuadrar.
Todo esto hace que la temporada 4 de Westworld ponga toda la carne en el asador. Ya no nos andamos con rodeos: esta es la lucha final, la última oportunidad de la humanidad para librarse de un mundo controlado por esos androides que se crearon en Westworld.
Y lo cierto es que todo está envuelto en un ambiente pesimista, donde se plantea una y otra vez el mismo pensamiento de si la humanidad es mejor controlada o yendo por libre.
Dicho esto, lo cierto es que me gusta cómo ha acabado Westworld. A pesar de que la cancelaron, lo que indica que podía haber ido más lejos de lo lejos que ya había ido la telaraña de Dolores, tal y como acaba me parece un final perfecto.
No solo es perfecto, sino que es muy poético que todo acabe donde empezó: un mundo que no es real, donde puedes ser quien quieras y hacer lo que quieras en el Salvaje Oeste.
Aun así, admito que siento que la serie empezó a perder un poco el sentido después de salirse del parque. Quiso ir mucho más allá y se puso tremendamente filosófica y, aunque he disfrutado de lo que ha mostrado, hecho de menos que se hubiesen centrado mucho más en el parque y en las historias que se podían crear en el mismo.
Westworld era un mundo lleno de posibilidades, y resulta de lo más interesante que se acabase decantando por lo que han sido la tercera y la cuarta temporadas, tan distintas de las dos primeras.
Aun así, me ha seguido gustando este cambio, y lo cierto es que Westworld me parece de las mejores series de ciencia ficción de los últimos años.